11 jun 2010

Capítulo 21: Cuenta atrás

Entramos en la casa de Marta, y nos guió hasta la cocina. La enorme encimera estaba llena de platos de jamón serrano, botellas de Champagne bueno y cacahuetes de bote. Era una mezcla algo extraña, y me quedé mirando a los cacahuetes extrañada. ¿Qué pintan cacahuetes aquí, entre jamón serrano y foie? "Son gente rara", pensé. "A pesar de ser muy "cool", les encantan los cacahuetes como a la gente normal". Me sentí intimidada al pensar en la gente que iba a estar allí. ¿Qué demonios voy a hacer, cómo me voy a comportar...? Y lo más importante, ¿qué sucederá cuando vea a Gonzalo? ¿Sonreiré, me desmayaré, gritaré, me iré a esconderme en el baño...? Estoy paranoica.
Marta ya estaba totalmente recuperada, feliz y emocionada. Le ayudamos a colocar todo en el salón. Aun así no había mucho que hacer. La entrada estaba maravillosa. Unas escaleras de mármol preciosas estaban al fondo. La estancia estaba iluminada con bolas de luz en las escaleras y en el suelo. Había cuencos con bombones por doquier. El salón, igual de increíble. El suelo estaba recubierto por una gran alfombra, y confeti tirado por las mesas, los sofás y el suelo. Había copas heladas en una mesa auxiliar al fondo de la estancia. Desde el sofá se veía al frente una gran puerta corredera de cristal, que daba a la terraza y a la piscina, y ésta tenía también las mismas bolas de luz que estaban en el recibidor, iluminando el inmenso jardín. Era impresionante. Recordé lo que era una fiesta en mi antiguo hogar: poca gente, en un garaje con patatas fritas y pizza a domicilio. Si vieran esto me encasillarían de pija. Tal vez tengan razón. O quizás solo sean celos. Realmente me daba igual. Ésta era la vida que quería.
Poco a poco, cuando acabamos de organizarlo todo y dar los últimos retoques empezó a llegar la gente. Llegaron primero, como habíamos acordado, las de siempre. Estaban todas increíbles; Claudia llevaba un vestido verde precioso, que resaltaba sus ojazos, y unos botines de cordones de cuero; Elena llevaba un vestido beige muy corto con zapatos grises; Ana con una falda alta de flores y una básica, y sandalias planas; y Patri iba con un pantalón bombacho de rayas, muy indie, una camiseta con mensaje en letras negras, y bailarinas. Parece que no, pero iba genial. Su mezcla alocada de estilos hacía que la gente se girara a su paso, pensando "¡qué estilazo!". Hacía mezclas inesperadas, extrañas y diferentes, pero que quedaban increíblemente bien. Aunque, bien pensado, a alguien que no fuera ella le quedarían fatal.
Empezó a llegar la gente cuando llevábamos diez minutos todas juntas, y Marta cogió su iPod, lo enchufó a la base, y lo puso en modo aleatorio a todo volumen. "Disturbia", de Rihanna. Me sonrió encantada.
-¡Ahora sí que empieza la fiesta!-gritó, encantada. Los invitados la corearon con gritos y aplausos.
La fiesta comenzó genial, todo el mundo bailaba al ritmo de la música, o más bien se balanceaban al ritmo de la música. Quien no estaba bailando estaba en un rincón cotilleando en un grupillo.
Cata me presentó a muchísima gente, a algunas ya las conocía del colegio, pero había chicos y chicas de Los Sauces, el Británico, el Alemán y, por supuesto, los guapísimos del Retamar. Me presentó a todos los buenorros de la fiesta, y bailé con todo el mundo. Estaba eufórica, nunca me había sentido así. Bailaba como una loca y los chicos me hicieron un corro conmigo en el medio. Iván, uno de los más guapos, entró en el círculo y nos pusimos a bailar. Me lo pasé tan bien que ni me acordé de Gonzalo. Nos hicimos miles de fotos, y me encantó que todo el mundo me acogiera con tanta normalidad. Era como si hubiera vivido allí desde siempre. Todo el mundo me hacía preguntas; era el centro de atención de la fiesta, después de Marta, claro. Respondí a todas las preguntas entre risas y anécdotas divertidas de allí.
En un momento en el que me conseguí deshacer de la gente que me atosigaba (acaba cansando un poco), salí al jardín. Me senté en uno de los sofás del jardín. Había varias parejas acarameladas, pero no me importaba. "Me lo estoy pasando de miedo. Cuando se lo cuente a Paula, se va a morir de la envidia".
Cogí mi móvil, y le mandé un mensaje. "stoy en la fiesta + increíble del mundo. tíos buenos, chicas súpr simpáticas, y yo soy el centro d atención. 1000 fotos. Se morirán d envidia cuando las vean! xd aunq t echo d menos...mañana t cuento. xoxo: C.".
Suspiré. Habría sido ocho mil veces mejor si ella estuviese a mi lado. Me sentí algo sola, recordando los momentos juntas. Se me lleneron los ojos de lágrimas. "No es lo mismo sin ella..."
Ahogué un grito cuando noté que había alguien detrás de mí, observándome. Era un muchacho rubio, con los ojos azules preciosos. Me quedé sin aliento, el corazón se me detuvo.
-Gonzalo...-susurré.

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