1 may 2010

Capítulo 3: Encuentro con el ayer

El viaje se me hizo eterno. Entre mi madre, que cantaba la canción antigua de Fito y Fitipaldis que ya a la ciento ochenta y tres mil vez que la oyes ya no tiene gracia. En realidad la canción no es para nada mala, y Fito canta muy bien porque tiene una voz distinta y algo rasgada. Era muy feo pero cantaba bien. Éste es uno de los ejemplos de cómo un patito feo puede llegar a triunfar sin importar su aspecto externo. Aunque todos sabemos que si eres guapo triunfas el triple.
Si a eso le sumas mi agotamiento (mi madre no me compró el café, me lo debe), la pelea de los mellizos por el MP4 que no se sabe muy bien de quién es porque Dani dice que es suyo y Carlos dice que le toca a él utilizarlo sería un suicidio meterse en la disputa de los pelirrojos. Jorge volvía a estar hablando con su novia, sus cabellos oscuros tapándole los ojos de color avellana y tan solo podía ver la punta de su cara angulosa. Mi padre tenía la vista fija en la carretera, fingiendo malamente que no oía los gritos de mis hermanos, y mi abuela intentaba solucionar la disputa de los mellizos. Si todo esta se suma a mi dolor de cabeza y a mis tremendas ganas de salir del coche en marcha no es extraño que el viaje se me hiciera largo.
Cuando llegamos al Club de Campo, lo primero en lo que me fijé fueron los caballos. Monto a caballo desde que era niña, y puede que esté un poco obsesionada. Es que es mi hobbie favorito, porque en él casi no me tengo que esforzar demasiado por parecer buena, porque lo soy. Antes de intentar la hípica probé el pádel, el tenis, las clases de danza, la vela (que ésta sí que la practico, ya que tenemos un barco), el baloncesto, el voleibol y el puénting. Es el único deporte que no he dejado de lado, exceptuando también una de las cosas que más voy a echar de menos de casa: el windsurf.
La gente allí tenía mucho nivel. Para saberlo me bastó con ver su porte y su estilo al andar al paso. Esto si que eran clases de equitación. Tendría que convencer a mi madre para que me apuntara. Me dio un poco de respeto la manera en la que estaban entrenados porque se veía a km de distancia el riguroso sistema por el que se regían las clases, probablemente estaban presionadísimos por hacerlo bien. Mis clases eran geniales, porque tenía un profesor estupendo, Guillermo se llamaba, y aprendí mucho con él.
Aparcamos al lado de un "mini estadio" en donde entrenan los mejores para las competiciones. Allí nos esperaban todos, en el bar del patio cubierto. Mis primas acababan de terminar la clase.
Me bajé del coche ágilmente y apagué el iPhone. Aunque esperaba una llamada de Paula, estaba demasiado nerviosa como para hablar con ella si me llamaba. Esperaría hasta la tarde.
Cuando estuvimos todos abajo, entramos al recibidor. Era espacioso, con paredes de madera, un cuadro y una mesita al fondo. La puerta de entrada del bar estaba enfrente, y los baños femeninos a la derecha. Al ver los baños comprendí que era mi única oportunidad de estar sola en toda la comida, y pensar en mis cosas.
-¡Voy al baño!-exclamé. Me volví antes de que mi madre pudiese protestar.
Entré y gracias a Dios estaba sola. Me miré al espejo. Estaba horrible. Me retoqué el maquillaje y me quedé allí cinco minutos, pensando. "Qué vergüenza, madre mía. Estas chicas tienen muchísimo nivel, no tengo nada que pueda compararse". Mierda. Se me cayó el reloj al agua mientras estaba sumida en mis reflexiones. Menos mal que era resistente al agua.
Mientras me lo ponía gruñendo entre dientes, entró una chica muy alta, guapísima. Era de piel morena, peo largo ondulado, y ojos de un tono miel preciosos. Me sonaba mucho, pero fue ella la que se me acercó.
-¡Car! ¡Soy Cata! ¡Tía que guapa estás!-le di dos besos. Respondí educadamente a sus preguntas sin prestar verdadera atención. "Parece maja, pero no te dejes engañar. Mantente alerta". Estaba alucinando con lo que pensaba. ¿Qué soy, paranoica? Me dijo que saliéramos con todos, y asentí. Antes de salir, me miré al espejo. Puse la mejor de mis sonrisas y salí con ella de la mano. Era súper agradable, me cayó genial. Me avergoncé de mi misma al pensar en todo lo que había creído de ella. Nos íbamos a llevar genial.

2 comentarios:

  1. Ahora mismo empiezo a leer desde el principio!
    Un beso:)

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  2. Vale, sin prisas :)
    Cuando acabes me das tu opinión? :)
    Un beso

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